domingo, 14 de junio de 2009

¿Estudias o reclamas?

Ya estamos a final de curso y con él las llegan las evaluaciones finales y la “temible” selectividad.

Como cada año los alumnos se esfuerzan para dar el último tirón y sacar las mejores notas posibles para conseguir el acceso a la carrera universitaria de sus sueños.

Pero además de este sprint final últimamente los estudiantes de selectividad y bachillerato están recurriendo a otras técnicas para subir su expediente académico.

Todo empezó con las reclamaciones en selectividad en sus dos variantes: la revisión de exámenes y la doble corrección. La mayoría se decanta por la revisión ya que se asegura la nota. Se vuelve a corregir la prueba en cuestión sin peligro de que la nota disminuya (véase el artículo).

Se ha llegado al extremo de que más del 60% del alumnado en la Universidad Autónoma de Madrid ha reclamado sus pruebas de selectividad (véase el artículo).

Pero esta tendencia inconformista con la nota se ha contagiado al bachillerato y se está observando un aumento de las reclamaciones en 2º de bachillerato e incluso en 1º.

Las razones argumentadas para la reclamación no son el aspecto más importante de las mismas, valga como ejemplo la reclamación de un estudiante que arguyó que era imposible que hubiese suspendido un examen final de cierta asignatura ya que era el mismo que ya había suspendido en una ocasión y que como consecuencia de dicho suspenso se lo había estudiado...

De hecho, la faceta más importante de las reclamaciones son las reclamaciones en sí, ya que obligan a segundas correcciones en un primer momento, a segundas evaluaciones y por último a la intervención de la Comisión Técnica Provincial de Reclamaciones (CTPR).

Dicha comisión depende de la Delegación Provincial de Educación y se encarga de recabar toda la información posible de la marcha del alumno en cuestión a lo largo del curso en la asignatura reclamada, además de la programación de la asignatura, prestando especial atención a los criterios de evaluación, los instrumentos de evaluación y las pruebas escritas (en las que debe aparecer por escrito la valoración de cada pregunta).

Evidentemente todo el proceso conlleva un trabajo burocrático extra que, por supuesto, debe ser llevado a cabo por el profesor de la asignatura reclamada y/o su departamento.

Al final del proceso de reclamación, la CTPR dicta la nota del alumno en dicha asignatura, que por regla general es mayor que la otorgada por los profesores, y como poco es la misma.

Así pues el alumno no tiene nada que perder... ¡A reclamar se ha dicho!

Con todo esto pienso que el mensaje que se le está dando a nuestros jóvenes es muy peligroso: “ No seas tonto. Si quieres ser de los mejores no hace falta que te esfuerces al máximo; es mejor que conozcas los vericuetos legales y demás artimañas que te permitan ascender en la sociedad aunque no te lo merezcas.”

¿Es esto lo que queremos de nuestros futuros médicos, arquitectos, ingenieros,...?


Fotografía de Enrique Dans